Para abrazar los 42 metros de circunferencia de su tronco -el mayor del mundo- serían necesarias unas 30 personas tomadas de las manos. Tiene unos 40 metros de altura y en su sombra caben aproximadamente 500 personas.
Estar cerca de este ejemplar es una experiencia, que puede transmitir mucha paz. Sus hojas que cuelgan como una larga cabellera, se mueven con la brisa dejando oir un suave susurro.
El tronco está formado por arrugas y pliegues, entre los cuales se pueden ver claramente formas naturales que asemejan a animales, duendes y personas. Dan la impresión de haber quedado detenidos en la madera viva, a un paso de salir al mundo.
En México, cada segundo lunes de octubre es el Día del Árbol del Tule, que desde 1921 es el árbol nacional de ese país, por su significado cultural ancestral. Para los náhuatl, estos enormes y añosos árboles eran sagrados.
¿Cuántas historias podría contarnos si supiéramos escuchar a este testigo de tanta vida? Por el momento, solo podemos imaginarlas, dejándonos llevar por las figuras que dibuja su tronco, bajo su copa llena de aire fresco, mientras los sonidos del follaje y de todas las aves que lo habitan nos regalan un pasaje de conexión con nuestra alma.