Seguramente Dito es la persona más entrañablemente querible que me regaló Misiones, con su pinta de duende bueno pero travieso en interminables charlas, rociadas de vino y cerveza, me relató estas historias.
Nacido en Aristóbulo del Valle emigró de adolecente a Alem para con el tiempo convertirse en uno de los mejores constructores de tinglados de la región. Cuando llegó el momento del retiro volvió a la colonia, que siempre fue su amor, esta vez adquiriendo una chacra en Arroyo del Medio, típico municipio pequeño con un diminuto centro y una intrincada red de picadas desde donde nacen estos misterios.
El primer relato de Dito es refrendado por todos los vecinos del campo. Algunas noches se visualiza nítidamente una luz muy potente que emerge del centro de una extensa hondonada, cuando los colonos llegan al lugar el destello desaparece definitivamente, la creencia de los lugareños asegura que es un tesoro jesuítico oculto que necesita ser rescatado, la racionalidad del mediocre citadino que escribe esta columna duda enfáticamente esa creencia pero la potente luminosidad sigue desafiando desde lo más profundo de aquel valle a mi incredulidad.
El segundo lo pude ver con mis propios ojos, una extensa mancha rojiza en la entrada de la antigua iglesia de la picada Belgrano. Cuenta la gente del lugar que es la sangre de un colono que se suicidó con un balazo por deudas de juego por las que perdió su campo, lo extraño es que a pesar de pintar y picar la vieja pared para que la tétrica imagen desaparezca, esta se empeña en volver al poco tiempo de las reparaciones, contar el misterio es fácil, pero estar en el lugar realmente eriza la piel y por la noche trae pesadillas que de haberlo sabido antes seguramente y conociendo mi cobardía habría evitado.

La queja más amarga de nuestro protagonista era la poca lluvia que caía en su chacra aun en épocas de copiosas precipitaciones, siempre creí que eran exageraciones de nuestro amigo hasta que volviendo de San Pedro por la ruta 14 tuve que detenerme en Obera pues la tormenta era impresionante, luego de una hora continúe mi camino encontrando todos los pueblos inundados por el aguacero hasta la entrada de Arroyo del Medio, allí los caminos estaban polvorientos y resecos. Llegando a Cerro Azul, municipio vecino, volví a encontrarme todo absolutamente inundado, teniendo que dar por cierto este misterio de la falta de precipitaciones selectivas en aquel paraje.

Desgraciadamente Enrique más conocido como Dito nos dejó hace un par de meses, después de 72 años de una fecunda vida, pero preferí escribir mi nota en tiempo presente, porque para su hermosa familia y todos los que disfrutamos de su desbordante bonhomía, siempre seguirá vivo en nuestros corazones, con esa extraña manera de intercalar insultos en sus charlas, que muy lejos de ser ofensivos eran una rara muestra de cariño y picardía. Narrándome entre otras tantas historias y lecciones de vida, los asombrosos TRES MISTERIOS EN ARROYO DEL MEDIO.