El idílico rockero, famoso por prender fuego a su piano mientras tocaba Great Balls of Fire, tuvo un final tranquilo. Fue uno de los cantantes más influyentes e importantes del rock. Tocaba con las manos, los puños, los codos, los pies, tocaba de espaldas y se consideraba un estilista, más que un músico. Siguió componiendo y haciendo presentaciones en vivo a lo largo de su vida, incluso luego de sufrir un ACV en 2019.

Su genio musical, tuvo como contraparte, una vida llena de desenfrenos y escándalos. Drogas, excesos, detenciones, tiroteos y siete matrimonios que dieron que hablar.
Uno de ellos involucró a su prima Myra Gale Brown de 13 años, con quien se casó cuando él tenía los 23. Myra a los 14 tuvo su primer hijo y a los 19 al segundo. Ella contó en su libro “La chispa que sobrevivió”, la situación de su matrimonio. Jerry le preguntó si quería ir al cine y ella dijo que sí. “Entonces me subí al coche y él fue directo al pastor que nos casó. Supongo que lo tenía todo apalabrado. Yo era como un cervatillo deslumbrado por las luces de un coche. Miraba y pensaba: ‘Oh dios mío, ¿dónde estoy?, ¿qué está pasando?, ¿cómo puede estar pasando esto?”. Luego se fugaron. En una entrevista reflexionó, “¿cómo puedes defenderte cuando tienes 13 años? No hay excusa para que eso esté bien”. Sufrió violencia física y psicológica hasta que finalmente se separaron en 1970.

Formó parte del Salón de la Fama del Rock y en el Salón de la Fama del Rockabilly. En 2003, la revista Rolling Stone lo declaró parte de los mejores músicos del siglo, en el puesto 24.
Grandes músicos le dedicaron su homenaje, como Elton John, Ronnie Wood, Keith Richards, Gene Simmons, The Doors y Roy Orbison entre muchos otros. Conocido como The Killer o El Salvaje del Rock, su estilo único será recordado en la prolífica producción musical que dejó, él, el último exponente de la época dorada del rock.
