Más allá de Lotocky: la violencia estética

Nadia Gibaja

Lamentablemente ayer, 31 de agosto de 2023, con una superluna azul en piscis, Silvina Luna, a sus 43 años, trascendió este plano, para brillar eternamente.

Silvina no murió de causas naturales, murió producto de una concatenación de sucesos que tuvieron lugar a partir de una intervención estética realizada por el médico Aníbal Lotocky en 2010, convirtiéndose, después de Romina Vega  (21 años), Cristián Adolfo Zárate (50), y Mariano Caprarola (49), en la cuarta paciente de Lotocky en fallecer luego de haberse sometido a los procedimientos estéticos practicados por éste, presumiblemente (hasta que lo determine la justicia) por esa causa.

Pero me parece hipócrita en algún punto cargar solo contra este médico, quién sin dudas debe rendir cuentas ante la justicia.

A Silvina, Romina, Cristian y Mariano los mató también la sociedad, la sociedad a la que todos pertenecemos, una sociedad que impone estereotipos estéticos inalcanzables, que nos mide con la vara de la belleza hegemónica que está siempre allá arriba, donde pocos llegan, un molde rígido en el que hay que encajar o quedas afuera.

Hace unos años, un colega abogado, de larga trayectoria en la profesión, con todas las buenas intenciones (creo), me dijo (a mis 25) que yo tenía la “ventaja” de ser linda, y que debía explotar eso “arreglándome más” para tener éxito.

Eso… Es violencia estética. Una violencia solapada, inadvertida, incorporada a nuestro inconsciente a través de la cultura, que replicamos todos en menor o mayor medida sin siquiera darnos cuenta, y que obra con tal sutileza que es sumamente eficaz para adoctrinar, aleccionar, e imponer.

La violencia estética consiste en reforzar todo el tiempo mandatos en cuanto a cómo debemos aspirar a vernos, que nos oprimen fuertemente, que nos generan inseguridad, baja autoestima, frustración, y diversos condicionamientos internos, pero que no queda ahí, sino que realmente una queda afuera cuando no llega a las expectativas planteadas, o tiene muchas menos chances.

Cuando estuve embarazada engordé 25 kilos, tenía 90 kilos al final de mi embarazo, claramente tuve que salir a comprar ropa, y por primera vez en mi vida experimenté lo DIFÍCIL que es vestirse cuando te pasas de “la media”. No hay opciones, o hay muy poco, y tenes que buscar un montón.

Esta presión social que recibimos desde el bombardeo mediático, los comentarios del entorno, los talles en el probador, etc… nos lleva a “comprar” y probar todo tipo de fórmulas mágicas para estar siempre lo más flacas posibles, parecer lo más altas posibles, con el pelo lo más armónico posible, la cara más joven, las tetas mas duras, la cola más alta… BAAAAASTA.

No es saludable ni seguro, además que nos empobrece.

Y sin bien también los varones se encuentran presionados por estos modelos hegemónicos de belleza, que los inducen a reforzar los atributos que culturalmente se consideran masculinos, es sin duda en las mujeres en quienes hace peor mella este problema, los invito a que lean mi nota “Ser mujer sale caro” ( https://magazinehenryka.com/opinion/ser-mujer-sale-caro/ )

La muerte de Silvia tiene que POR LO MENOS servir para que podamos colectivamente escuchar el hermoso mensaje que dejó en sus entrevistas de los últimos años, y plasmó en su libro “simple y consciente”, publicado en 2022.

¡Beso al cielo para vos Silvina!