A partir de allí comienza su fascinante investigación, que lo llevó a concluir que el agua es “sensible” a diferentes estímulos, pero lo más sorprendente es que no solo es sensible a estímulos sonoros, o de temperatura, sino también lo es a frases escritas, palabras o incluso ¡el pensamiento!, si, así como lees.
Los cristales de hielo transformaban su estética incluso al mirarlo y tener pensamientos, cuando los pensamientos o emociones experimentadas al mirarlos eran de amor, paz, armonía, se formaban hermosas geometrías, simétricas, en cambio cuando eran de odio o ira no se formaban cristales, sino formas amorfas y desequilibradas.
Podes conocer más de este fascinante experimento con una simple búsqueda en youtube o Google, allí podrás ver videos con las muestras de sus experimentos, e incluso entrevistas al mismo Masaru, recopiladas en un documental llamado “la memoria del agua”, donde explica con mayor detalle su teoría y descubrimientos.
La reflexión casi obligada es… Si el agua se ve afectada por los más sutiles estímulos exógenos… Y nuestro cuerpo es un 75% agua… Podemos imaginar de qué manera los pensamientos, palabras, intenciones, repercuten e inciden en nuestra salud y bienestar.
Cabe destacar que en el caso de los descubrimientos de Emoto, estos están controvertidos por la comunidad científica, que considera que no ha presentado suficientes pruebas y tampoco ha empleado un método adecuado en sus experimentos, conforme los parámetros de la ciencia.
A pesar de ello, la prueba visual está al alcance de todas las personas que deseen indagar más sobre el tema, tal vez en un futuro no muy lejano alguien decida continuar y ampliar su investigación.
Nos encontramos la semana que viene para conocer más sobre el poderoso mundo de las energías.
