Hugo Passalacqua: “No creo en las jerarquías, creo en los roles y en las responsabilidades, unos tienen más responsabilidades que otros, pero la jerarquía es la misma”

Julia Wall

Dirigente político de excelencia y docente de vocación. Apela a la inteligencia emocional como método infalible para transmitir, enseñar y defender los derechos humanos. Su mirada y análisis -sin desperdicio- de la política internacional, nacional y local.

H: ¿Qué Hugo Passalacqua se viene para Misiones?

P: Yo creo que el mismo, pero, con más experiencia, que va a hacer que evite posibles errores. Todos cuando hacen se equivocan. Para errar un penal primero hay que patearlo, me decía ayer un amigo, y después vas mejorando la patada al arco. Cuando representás al Estado, tenés que procurar el bienestar del corpus social, no de tu grupo, sino del corpus social.

No hay que hacer concesiones en lo ideológico, pero sí de la praxis política, tenés que saber cuándo ceder, como en toda negociación, cuándo dar un paso adelante o cuándo dar un paso atrás. En la Renovación sabemos pilotear nuestra relación con Nación, siempre en el marco del respeto y del diálogo, pero desde una posición firme, y eso es lo que, si el pueblo vota, va a ocurrir otra vez.

H: ¿Qué mirada tiene con respecto a las políticas de DD.HH. a nivel internacional?

P: Declaro como ciudadano de a pie, con lo poco que puedo leer, que hay como una doble vara. Hay un tratamiento a ciertos países por los derechos humanos que son extremadamente rígidos, y a otros no, por ejemplo, China. En China, lo dice su Constitución, -viví 8 meses en China y respeto mucho a esa nación- es una dictadura democrática, eso dice la Constitución. Y está perfecto, esa es su forma de ver la política, ninguna crítica, pero digo, otro país hace lo mismo y te caen con fierros porque no es la potencia de China. Entonces, yo creo que los derechos humanos en general y, los grandes organismos internacionales, a veces tienen la mirada de funcionarios que la están liderando. Es muy relativo, tenemos una Organización de Estados Americanos (OEA) bastante flaca en sus posiciones y a esta altura no sé si vale la pena tener un organismo como la OEA, ya no sé ni para qué está, ha digitado dictaduras inclusive. Los DDHH dependen de quien los mire, “nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira”, William Shakespeare.

H: Habiendo sido ministro de Educación, docente y apasionado por la educación ¿Qué vuelta de rosca cree que hay que dar en la educación en Misiones para que haya más conocimiento y toma de conciencia en los derechos humanos?

P: En un reportaje a Pepe Mujica que le hizo Daniel Filmus -tremendo ministro y gran amigo, un intelectual de la educación- le preguntó a Mujica, ¿qué hay que hacer para ser un gran maestro?, maestro en el sentido general, como guía. “Un maestro tiene que dar afecto, tiene que querer y hacerse querer” contestó. “Si creás un tema de afectos, de sentimientos en el chico que se desarrolla, ya sos buen maestro. Si después chambonea la tabla del 7 es como secundario, pero mucho más importante es arreglar la parte emocional”. Y creo que eso es algo que el docente misionero lo tiene muy incorporado. Tiene que ver en forma directa con los derechos humanos en general, desde el tema de género hasta respetar al otro, que es sentir lo que el otro siente, lo que dice Pepe Mujica es realmente interesante. Cultivar el sentimiento, el cariño por el otro, el respeto por el otro, el querer al otro, si lográs transmitir empatía hacia la otra persona, en los chicos, en los adolescentes, en los niños, inclusive en la universidad, estás haciendo un avance en términos de la piedra basal para la construcción enorme, enorme en cuestión de derechos. Los derechos humanos no se explican, se generan a través del sentimiento.

H: Viene de la juventud revolucionaria de Alfonsín, le tocó gobernar con vientos políticos nacionales adversos, donde demostró ser el mejor capitán de tormenta ¿Cómo ve la falta de debate político constructivo a nivel nacional?

P: Veo dos cosas, de adelante para atrás. Actualmente, veo un espectáculo de la dirigencia nacional -en todos los sectores- bastante denigrante para la política. Entonces, la gente dice, “denigran la política, la bastardean”. Se pegan con misiles a ver quién dice la cosa más espantosa del otro para llamar la atención en esta pugna de internas, pero no con ideas mejores o debates interesantes, se dicen barbaridades, descalifican, muestran archivos de hace 15 años para demostrar que el otro sector estaba equivocado, entre tantas otras cosas. Eso genera una oferta nacional electoral bastante pobre. Diría una de las ofertas más pobres que he visto en mi vida, salvo que venga alguien diferente, veo una oferta electoral muy pobre.

Yendo más atrás, en la época del presidente Menem, el concepto de las juventudes como actores políticos, como protagonistas de la política para la discusión y la movilización, se extinguió. Menem tuvo una altísima capacidad de tirar aceite sobre toda juventud política que estaba en efervescencia y que tenía cosas muy positivas, como también muchos errores, muchos infantilismos, pero muchísimo debate. En esa época, vos para discutir tenías que generar los documentos, estudiar de política internacional, economía, tenías que sostener una discusión, había que sostenerla. No había “copio y pego” a una frase hecha o repetir lo que escuchaste en la radio a la mañana o en Instagram o en TikTok. Tenías que elaborar tu pensamiento, cotejarlo con el otro, mejorarlo, hacer una visión Hegeliana digamos de la política. Eso en los 90 se liquidó en las juventudes sindicales, en las juventudes estudiantiles, en las juventudes partidarias, en las juventudes religiosas. El joven desapareció como protagonista de la política y se pagó un costo altísimo, y lo estamos pagando ahora. Toda esa generación de los 90, que tendría que haber protagonizado en los 90 juvenilmente, desaparecieron, o sea la política estaba para la nomenclatura y los jóvenes desaparecieron. Hoy la oferta electoral es pobre, en gran parte es pobre, porque en aquel momento cuando hubo que formar jóvenes, se los desactivó y eso lo paga la sociedad en su conjunto.

H: En Misiones ¿hay debate de ideas entre los sectores representativos?

P: Si, si, por lo menos entre nosotros, las y los renovadores, sí. Y hay que ser noble en esto, en la Renovación tenemos una posición bastante sólida, nítida con el tema de la anti grieta. Nosotros generamos -con el conductor Carlos Rovira-, un lugar propio, misionerista, artiguista, andresista, lo que vos quieras, donde ha anclado el pensamiento histórico de Misiones, sin esperar el llamado desde Buenos Aires para ver que meter candidato hay o no hay que incluir en las listas, como también, pensar lo que no tenés que decir o cuidarte de no decir algo. Yo hablo con soltura de Buenos Aires porque no me importa. Es como otro mundo. Creo que ese es un gran aporte a la política de hoy y creo que muchas provincias están también en ese trayecto que son históricos. Las provincias se van dando cuenta de la importancia de generarse autonomía, no separatismo, como lo fuera en su momento la gran Confederación que crea a la Argentina. Las provincias somos preexistentes a la patria, y generar esos espacios propios obliga –a quien tendrá que ser presidente de la nación- a hilvanar todos los intereses, ansiedades, anhelos, esperanzas de los 24 distritos. Y esa es una tarea que creo que la política va a ir yendo para ese lado. Al pensamiento propio.

H: ¿Cómo se ves dentro de 5 años?

P: La vez pasada, el primer día de gobierno, el 10 de diciembre del 2015, atravesé caminando solo la Plaza 9 de Julio e ingresé por la puerta de adelante de la Casa Rosada y, el 9 de diciembre del 2019, salí, saludé a la gente a la mañana, al mediodía y me fui a tomar un café. Salí por la puerta de adelante. No saqué fotos ni publiqué absolutamente nada, pero para mí fue una satisfacción.

Yo me veo así, quisiera que sea así. Ojalá que lo logre, entrar por la puerta de adelante y salir por la puerta de adelante, para luego convertirme en un ciudadano común, feliz de la tarea hecha y pidiendo disculpas por los posibles errores cometidos, pero caminar por la calle normalmente. Es una sensación hermosa el haber gobernado y caminar por la calle, ir al supermercado, a comer una pizza. No tenés una idea de lo fantástico que es terminar el mandato y pasar a ser un ciudadano común sin abstinencia de nada, con la convicción de que fue sólo un trabajo. Como yo no creo en las jerarquías, creo en los roles y en las responsabilidades, unos tienen más responsabilidades que otros, pero la jerarquía es la misma. El que maneja el helicóptero, el barrendero, el camillero del hospital, el neurólogo, el maestro, el gobernador, todos tienen la misma jerarquía, somos todos personas que hacemos nuestro trabajo. Jerarquías no hay, hay responsabilidades, obviamente. Responsabilidades tienen que haber y cuando a uno le toca una responsabilidad más o menos importante, uno a veces decide cosas que le cambia la vida a la gente, eso es tremendo y, un gobernador firma 300 veces por día. Te podés equivocar, obviamente.

¿Cómo me veo? Me quisiera ver, trato de proyectarme -si Dios me lo permite- saliendo por la puerta de adelante, tomar mi cafecito y volver a mi auto a dar clases. Para mí sería la gloria.

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