“Existe un principio bueno que ha creado al hombre, la luz y el orden. Existe un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer”. Pitágoras
Así comienza el libro ”El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, la filósofa, profesora, escritora y activista feminista, nacida en Francia el 9 de enero de 1902. Paradójicamente ese mismo día y año nació en España el fundador del Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer. Una de cal y otra de arena.
”El segundo sexo” se convertiría en la biblia de las feministas, la Iglesia por su parte, lo incluiría en el “Index Librorum Prohibitorum”, el Índice de Libros Prohibidos, creado en 1564 y que durante 400 años continuó agregando textos vedados. Hace apenas 56 años dejó de tener vigencia.
¿Qué generó tanto revuelo? Nada más y nada menos que el abordaje de la vida de las mujeres desde el existencialismo. El planteo del derecho a elegir sobre el propio proyecto de vida –como los varones- es decir, el reclamo a querer ser más que madres y esposas.
«No se nace, sino que se llega a ser mujer. Ningún destino biológico, psicológico o económico determina la figura que la hembra humana presenta en la sociedad; es la civilización en su conjunto la que produce esta criatura, intermedia entre el varón y el eunuco, que se califica de femenina» S. de Beauvoir
La obra marcó un momento bisagra en el feminismo –fue la base de la “segunda ola” del movimiento- situándolo como movimiento filosófico y generando un aporte valiosísimo al respecto de los derechos de las mujeres.
¿Y los varones?
Si tuviste la oportunidad de participar en algún debate donde se plantean estos temas, sabrás que en el 99% de los casos, surge la pregunta: ¿y los hombres? Generalmente se responde explicando el enfoque con paciencia meridiana. Para quienes ponen los ojos en blanco ante esta situación, les cuento que ya en 1949 cuando Simone publicó su obra, fue reprochada por centrarse en la mujer y los críticos en aquel entonces le preguntaban: ¿Y LOS HOMBRES? O sea, nada nuevo bajo el sol en ese tema.
Desde las luchas iniciales, las mujeres vamos conquistando espacios. ¿Falta? ¡Claro que sí! Las vulneraciones se entrelazan y potencian los daños. Una mujer de escasos recursos económicos, con la piel oscura y perteneciente a la comunidad LGBTIQ+, tiene una realidad diferente en cuanto al trato y las oportunidades, que una mujer que cumple con las condiciones normalizadas y aceptadas socialmente: heterosexual, blanca y de clase social media o alta. Aún existe esa escala de «valor» que nos categoriza y nos deja en diferentes espacios jerárquicos. Sin embargo, muchas transformaciones positivas se fueron logrando a través del tiempo y continúan.
Tomo como buen presagio el inicio de este año, con la asunción del flamante presidente de Brasil, Lula Da Silva, quien -ante la ausencia del saliente mandatario- recibió la banda presidencial de manos de Aline Souza, una mujer joven, afrodescendiente y cartonera, en representación del pueblo brasileño. El mensaje simbólico es enorme en muchos aspectos, en lo personal, ese hecho me llena de gratitud hacia la lucha feminista, que mantiene activo el cuentagotas que horada la piedra patriarcal cada día.